O camiño. Diario de un peregrino sin rumbo 1

Dentro de una semana voy a comenzar algo que prometía que jamás haría: hacer el Camino de Santiago en un año santo, es decir, un año en que la fiesta de Santiago, el 25 de julio, cae en un domingo, como es el caso de 2010.    No lo digo porque soy un cínico, por lo menos no demasiado, sino por un simple número. 250.000.  Esa cifra representa el número aproximado de peregrinos que se prevé para este año.     ¡250.000!  250.000 insensatos provocando auténticos atascos por el bello campo gallego.   Todo el mundo y su tía va a estar allí.   Sería un momento nefasto para hacerlo, desde luego.  Sin embargo, ahí voy con dos (y posiblemente tres) amigos.  Soy un zoquete. 

Por el otro lado, hay algo a favor de todo esto, y es que la Compostela, el diploma que te dan por cumplir los requisitos del peregrinaje, es una especie de indulto por tus pecados y tiene doble valor si es un año santo.  Como un gol marcado fuera de casa en la Champions.  Es decir, tradicionalmente en un año normal, si legabas a Santiago con todo en regla, solo te eximían de la mitad del tiempo que habías adquirirdo en el purgatorio por tus pecados.  Y bien sabe Dios que he sido pecador, pecadorísimo y lo mismo me espera una pena casi eterna.  Pero si haces el camino en un año santo, te quitan la sentencia entera.  Es como esa tarjetas de monopolio que valen para sacarte de la cárcel cuando haga falta. 

Pues, sé que sí consigo la Compostela, me la puedo guardar para su uso en el futuro, yo pediré que me entierren con el papel para que cuando esté en el Ministerio de Asuntos Celestiales podré con toda chulería: “Toma compostela, chaval.  ¡Déjame pasar!”  Y por supuesto me llevaré una copia de mi DNI porque seguro que el que me atienda en la ventanilla habrá sido en su vida un funcionario español, y ya sabes, siempre, pero siempre, te piden la copia de tu DNI. 

Y no hay que olvidar otro factor: el próximo año santo no será hasta dentro de 11 años (no siete, que existe una cosa que se llama año bisietso, ¿eh chavales?), y a saber en qué estado me encuentro entonces.

Para evitar las masas, sin embargo, hemos obviado el camino principal, el francés, y hemos optado por una ruta alternativa, la portuguesa.   En España empieza en Tuy y recorre unos 115kms hasta las escaleras de la catedral.  Así que, a ver con qué y con quienes nos encontramos.   Me aseguran mis amigos que va a estar todo despejado y que no habrá problemas. Yo, pensando en todo el mogollón que pueda haber en estos días, no las tengo todas conmigo, pero nunca se sabe.  Pensaré en positivo por una vez.    Dentro de una semana saldremos de dudas.

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