O Camiño: Diario de un peregrino sin rumbo 3

Ya estamos en plena organización.  Parecemos una panda de ladrones de poca monta a punto de asaltar un banco.  Aitor y Andrés vienen hoy en coche desde Madrid hasta nuestro lugar de partida en Tuy, aunque lo mismo paran en un pueblo en Orense para reunirse con Javier (el tercer compañero) para analizar los beneficios de una buena fiesta gastronómica anunciada para esta tarde.  Me parece muy bien.  Hay que estar siempre atento a lo imprevisible.  Yo, mientras tanto, recojo datos e información sobre la situación en Galicia para los próximos días.  Sigue haciendo buen tiempo.  Las horas de más calor no llegan hasta cuando se supone que tenemos que estar en nuestro destino.  Tampoco dan lluvia, lo cual siempre me gusta pues así no tendré que llevar mis botas de caminata que me sirven para todo menos para caminar.

         Estoy especialmente interesado en (ejém, acojonado por) la situación de los 250.000 que se prevén para este año y hago todo lo posible para averiguar por donde andan.  Ojalá todos los peregrinos pudieran poseer un GPS para que yo pudiera tenerles controlados.  Pero parece que no va a ser posible.  Tengo que fiarme de las pocas noticias que me llegan.

         Lo que realmente me preocupan son los jóvenes.  Soy profesor de primaria y disfruto de estar con ellos, pero en verano tengo como costumbre tenerles lo menos cerca posible, sobre todo si se trata de un grupo de más de seis, que para mí constituye una clase.  En los dos últimos días, he presenciado tanto en la tele como en directo manadas enteras de chicos, todos con el mismo color de camiseta, chillando y riéndose y cantando.  ¡Qué asco!  ¿Qué derecho tienen de estar aquí?  ¿Por qué no se van a la playa con sus papis?  Esto es un asunto serio.  Lo peor fue cuando vi en un reportaje sobre el camino estos días (lo llaman la temporada alta del año santo – a mis amigos les voy a matar) un largo tren de humanidad por un sendero que parecía una fila sinfín de refugiados en pleno éxodo.  El reportero paró a un monitor para hablar de la experiencia pero no tengo ni idea de lo que decía porque solo me fijé en su camiseta que ponía una insignia grande con “El Camino Portugués” estampada sobre el pecho. ¡Horror!  ¿Tengo que soportar a estos? 

         He evitado trasmitir mis temores a mis compañeros hasta informarme bien sobre la situación.  Parece tratarse de un macro-encuentro de jóvenes cristianos  que se va a celebrar pronto.  Calculo que las masas descenderán sobre Santiago en algún momento este fin de semana, lo cual sería bueno ya que no pensamos partir hasta el domingo.  Por lo menos, eso es mi esperanza.   

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