O Camiño: Diario de un Peregrino sin Rumbo 5

Después de haber intentado el Camino el año anterior y de haber presenciado como mi vida se deshacía delante de mis propios ojos mientras se me caían mis piernas y brazos como ramas muertas, os puedo asegurar que nuestra ruta planificada para esta vez era mucho más alentadora.  El camino portugués empieza en Lisboa y va hacia el norte casi en línea recta hasta llegar a Santiago.  Sin embargo, para obtener los deseados 100kms y La Compostela (y de paso llevarte la indulgencia plenaria que te libra de todos esos pecados que llevas cometiendo a lo largo de tu vida) solo hace falta que partas desde Tuy en Galicia.  De hecho, la mayoría de la gente lo hace así.

           Esta última fase es más llevadera principalmente porque las etapas son más cortas y manejables.  Se puede realizar en cinco días (cuatro si eres un experto o quieres que te amputen tus piernas al llegar a Santiago), pero seis días son perfectos para aquellos que buscan un reto moderado sin ser reducido a las lágrimas por el esfuerzo.  Después de todo, éramos adultos y había que mantener el tipo delante de los demás.  La distancia y la dificultad eran factores importantes para nosotros, sobre todo para Andrés al que le sobraban unos cuantos kilos y un par de paquetes de tabaco al día.  Esto era un asunto serio, que  no os quepa duda.  Era mi verdadero deseo acompañarle hasta Santiago pero también sabía que era un riesgo alto.  Supongo que todas las expediciones conllevan sus peligros.

            El recorrido que pretendíamos sumaba 114 kilómetros en total, los cuales serían divididos en las siguientes etapas: 

          Etapa 1:  Tuy – O Porriño (16km)

          Etapa 2:  O Porriño – Redondela (14km)

          Etapa 3:  Redondela – Pontevedra (21km)

          Etapa 4:  Pontevedra – Caldas de Reis (21km)

          Etapa 5:  Caldas de Reis – Padrón (18km)

          Etapa 6:  Padrón – Santiago de Compostela (24km)

          Etapa 7:  Juerga Total

Estaba todo preparado.  Aitor lo había planeado con una precisión digna de las grandes estrategas bélicas.  Lo único que teníamos que hacer los demás era acudir a la cita, que en principio tendría que ser fácil, pero veo que sobreestimáis mis aptitudes como planificador. 

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