Los 15 días de Navidad: Nochebuena

Por lo visto, no soy el único que piensa como yo.  Hay muchos que piensan como yo.  O lo que es lo mismo, yo pienso como muchos.  Muchísimos.  Todos los que estaban en las colas de las tiendas y supers y que hacían que la mañana pareciera eterna.   La zona de Goya era como un campo de batalla, una descripción nada digna de ese barrio, pero que se fastidien.  Las tiendas cierran antes hoy.  Quizá no tan temprano como antes, las más concurridas hasta las siete de la tarde, pero en general, a mediodía ya quedaban pocos sitios abiertos.

            Normal.  Era nochebuena, el día más importante del calendario español.  Es grande en muchas partes del mundo pero en España, vamos, se trata de la noche del año.  Supongo que en otra época representaba el arranque serio de la Navidad, y aunque sigue siendo así en muchos aspectos, también es verdad que, hoy en día, cualquier residente de este país habrá llevado varias semanas cebándose como un cerdo antes de que llegue esta noche tan significante.  Pero digamos, a partir de ahora, la cosa se ponen seria.  Nada de gilipolleces.  Si disfrutas de comer y te tienes hambre…eso es tu momento para lucirte como engullidor profesional. 

           A mí me encanta el atardecer de nochebuena.  Si quieres encontrarme en ese momento es fácil porque siempre hago lo mismo a esa hora cuando el sol ya se ha puesto y la luz de la tarde es suave y tranquilizadora.  Doy un paseo por el Retiro, paseo por el Paseo de Coches, bordeo el estanque, miro el cielo, escucho el aire casi silencioso.  Es una pequeña tradición mía, y una estupidez si lo quieres llamar así, pero me gusta, y este año pude disfrutarlo por primera vez con mis hijas.  Tomamos la merienda, jugamos al fútbol, intentamos coger un gato…vamos, lo típico. 

          Luego fui a cenar con mi familia española, la primera familia de mi existencia aquí, digamos desde mi infancia español.  Rafa, uno de los hermanos, me recogió en su moto y subimos hasta la zona de Plaza de Castilla.  A Rafa le gusta su moto, y le gusta las velocidades a las que puede alcanzar con ella.  A mí no me importa mucho que pienso que voy a morir (a mis 43 años, empiezo a asumir estas cosas) pero, lo que no quería era perder eran mis gafas, que bailaban sobre mi cara como una bandera en un vendaval.  Lo que es peor, me imaginaba a mis gafas saliendo volando, a mí soltando la barra para rescatarlas, a mí saliendo volando como consecuencia y a mí botando por la calle Príncipe de Vergara como un polvorón de 70 kilos.  Me mentalicé para semejante eventualidad y decidí que podía vivir sin mis gafas durante unos días.  

          Nochebuena presenta un dilema para muchos españoles.  No uno de vida y muerte, pero para algunos padres, casi.  Y es que, como tantas cosas en la vida, la globalización de los costumbres (y sobre todo de los de ciertos países, los States por ejemplo, ejém) hay tradiciones que van calando poco a poco en la psicología ibérica.  Hablo, por supuesto, de Papa Noel.  La tradición más tradicional tradicionalmente marca que los juguetes se traen muy al final de las navidades durante la noche del 5 al 6 de enero, o lo que es Reyes.  Bien, pero las edades modernas dictan que en otros países lo montan de otra manera y que hay un señor de procedencia dudosa, porque di lo que quieras del Polo Norte, para los holandeses, San Nicolás vive en España, y seguro con un piso en Alicante, con piscina, plato para captar 675 canales del mundo, y un tetrabrik de tinto de verano disponible en todo momento.  Hoy por hoy, esa imagen se ajusta más a la realidad de los tiempos.  Pero vamos, el caso es que a las tiendas les viene bien porque se forran (sencillamente), a los niños les viene debudin porque les llegan los juguetes al principio de las vacaciones y no un día antes de volver al cole (lógico), y pero a los padres…pues, no está claro.  En primer lugar, les obliga a comprar antes y más, porque supone que habrá reparto de bienes dos veces, el 24 de diciembre y el 5 de enero.  Y para los más tradicionales, supone una ruptura, una renuncia, una traición hacia su propia cultura al aceptar el paganismo consumista de los States.  Se oye con solemnidad.  “No.  Nosotros celebramos Reyes.”  Y le falta el “¡Amén!” para rematar.  Pero la cruda realidad es otra.  Los niños quieren sus juegos y os quieren ya, y es normal.  

Existe la jugada del “Niño Jesús” que es niño que regala, entre otras cosas como la vida eterna después de la muerte, Barbies, Bob Esponjas y Play Stations 3 para un disfrute más inmediato.  Así se puede esquivar el señor eso gordo con la barba blanca y los renos sin renunciar la felicidad de nuestros hijos.  Pero Papa Noel reina, y cada vez más.  En nuestras hijas, tenemos la excusa de que yo soy estadounidense y que pues nada…hay que mantener las tradiciones.  Ya está.  Solucionado.

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