LOs 15 Dias de Navidad (excerpts): Nochevieja

Hay muchas maneras de celebrar la entrada del año con la sofisticación y elegancia digna del ser humano.  Otros distan algo de esa calificación.  Los americanos nos volvemos locos.  Pegamos saltos, gritamos frenéticamente y nos comportamos como unos niños histéricos, como si el país entero hubiera marcado un ensayo en un partido de fútbol americano.  Lo hacemos normalmente bajo los efectos de grandes cantidades de alcohol, lo cual exagera aún más la euforia.  En España, se hace otra cosa.  Se llena la boca de fruta.  12 uvas para ser exactos.  No sé si es comparable con arrimarse estratégicamente a la mujer más guapa de la fiesta, como hacemos en los States, para ser el primero y plantarle un buen beso de felicidades, pero tampoco se puede decir que tu boca pasa el rato inactiva.

        De hecho, es un ejercicio bastante duro y implacable, como el paso del tiempo de la propia vida, porque si te paras…vamos, está perdido.  Y eso que la primera vez que participé hace años, por falta de conocimientos sobre cómo llevar a cabo el acto y por anisedad por cumplir con las expectativas, casi me ahogo.  Se mete una uva en la boca al sonar cada acampanada.  En mi estreno, a causa de los puros nervios, embutí la docena entera antes de la cuarta acampanada y no veas el puro en que me encontraba.  Con casi un racimo dentro de mi boca y mis mejillas infladas como globo, parecía una ardilla estreñida.  Mis ojos saltaron, mis manos temblaron, y me quedé en un breve estado de shock.  Mi familia española me miraba con look de terror “¿Qué has hecho?  ¡Socorro!  ¡Que Brian se nos va!”

        Uno cogió uno de esos libros de arte que se usan para aplastar masa e insectos grandes y se acercaba con la intención, por lo que intuía, de golpearme en la espalda y así liberar el atasco frutal que tenía dentro.  Antes de llegar a tal extremo, levanté los brazos como gesto de decir “que no se mueva, está todo bajo control”, y a continuación empecé a masticar.  Lento y tímidamente al principio y luego con más decisión.  Mi familia me animó con un pequeño “¡Mastica! ¡Mastica! ¡Mastica!… así, ¡Feliz Año Nuevo!”  Vaya susto. 

        Luego a seguir con la fiesta.  La verdad es que nochevieja en España se asemeja en algunos aspectos a las celebraciones en otros países pero sí existen unas diferencias notables.  Para empezar, se cena en casa y en familia hasta pasar la medianoche.  En Estados Unidos, la gente sale por hay de juerga y con suerte llega a las doce sin potar.  

        Pero lo más impresionante es el después.  Eso es.  El después. Es allí cuando la gente dice: ¡hala! a salir.  Y no a las doce y cuarto.  Lo mismo se queda hasta la una y luego se va por ahí.  A vosotros españoles no os estoy contando nada nuevo, pero os digo que a mí me impactó la primera vez que aparecía en una fiesta de nochevieja a las dos de la mañana todo agobiado pensando que llegaba tarde solo para darme cuenta de que era la primera persona allí.  

        Si en los States, ya la mayoría de los festeros están recogiendo la noche, te puedes imaginar su cara de asombro cuando les cuento que en algunos casos las fiestas aún no han arrancado en Madrid.  Pero no hago más que repetirlo:  cosas más extrañas he visto en este maravilloso país.  

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