Un Día en el Campo 1

Javier me recogió hoy a las 9.30 para ir al campo.  Me había propuesto acompañarle a varios sitios en Cuenca y Toledo, donde se dedicaba a numerosos asuntos suyos.  Yo tenía un montón de cosas urgentes que hacer hoy, pero la oportunidad de ir al campo siempre hace que las cosas necesarias de la vida sean prescindibles, durante un rato por lo menos. 

        Me recogió en mi casa con el gran coche 4×4 (no me preguntéis por la marca porque sabéis que se me da fatal eso.  Solo sé que era más o menos del tamaño de un rinoceronte).  Me subí y salimos.

        “¿Qué tal anoche?  ¿Saliste por ahí?”

        “Bueno.  Sí.  Y más que me esperaba.  La cosa se lió, ya sabes.”   Tenia apenas cinco horas de sueño encima, pero con un ibrofeno y un poco de cetirizina para las alergias, creo que iba a poder con el día.  No era precisamente un cocktail letal.   El mundo había cambiado mucho desde los días de Hunter Thompson. 

        “¿Qué?  ¿Ligaste o algo por el estilo?

        “Sí hombre.  Como si no tuviera otra cosa que hacer.  Estos días, si ligo es sin querer.  Anoche iba de camino a casa cuando una niña me dijo que le gustaban mis gafas y que si se las podía probar.”

        “No jodas.”

        “Como lo oyes. Y eso que estaba bebida y era de noche. Luego se enteró de que era profesor y quería que le diera clase de inglés porque.”

          “No jodas.  ¿Y estaba buena?”

         “Estaba bien rica.  Es profesora y le di mi correo.  Dijo que me escribiría hoy.”

        “No jodas.”  Casi tuvo que aparcar el coche para respirar más tranquilamente.  “¿Por qué estas cosas no me pasan a mí?   ¿Y le vas a dar clase?”

        “Claro que no.  Como si tuviera tiempo para eso.”

        “Pero le has dado tu correo.”

        “En primer lugar no me va a escribir, ni de churro.  Se va a levantar esta mañana, y va a ver mi correo, si es que se acuerda de quien era, y se va a acojonarse.   Te lo digo yo.  Además, como te dije, no quiero dar clase.”

        “Eres impresionante.  Acabarás siendo mi héroe.”

        “Bueno, eso sería un gran error por ti parte.  ¿Qué tenemos en la agenda para hoy?”

        Javier me contó que íbamos primero a comprar unos filetes en Tarrancón y luego a la bodega de su tío, luego a su casa de pueblo en Fuente del Pedro Naharro y de allí a sus viñas en Toledo para comer y realizar unas tareas campestres.  Todo me sonaba fenomenal.  Yo, con tal de comer un buen filete en el campo, soy capaz de hacer cualquier cosa.  Me pierde.  Ni encuentros nocturnos con profesoras desconocidas ni historias…

        …a ver cómo se desarrollaría el día.      

Leave a Reply

Your email address will not be published.