Los Jueves en el Parque con Bicis

Hace falta algo bastante urgente, como un incendio o quedarme sin café soluble, para que vuelva a ponerme la ropa y baje a la calle otra vez.  O así lo pensé cuando el otro día me asomé al balcón porque juraba que había oído algo parecido a una manifestación y me dije “Una manifestación?  ¿Un jueves?  ¿Aquí?  ¿En el barrio de Retiro?”  Vi desde mi ventana como una multitud de ciclistas estaban parados en Menéndez Pelayo.  Algunas cantaban, otros gritaban e incluso hubo algunos que se dedicaban a hacer la Ola.  El tráfico estaba parado, y si hay una situación que realmente conduce al ser humano a recurrir a medios violentos para conseguir sus fines es un embotellamiento bestial.  Y si lo provocan unos señores montados en bicis revindicando algo que seguramente no compartían los conductores, aún peor.  Y si lo hacían con sonrisas y cánticos como si le hiciera gracia colapsar la ciudad, que evidentemente entraba, en parte, en sus planes, pues no os cuento.  De aquí a poco sabía que iba a ver un poco de violencia y si no me daba prisa me lo iba a perder.  ¡Mierda!  Si solo por ese hecho, rápidamente me cambié y bajé a investigar, por sinceramente las revoluciones no pasan por este vecindario con mucha frecuencia. 

             Brinqué por las escaleras en vez de esperar nuestro ascensor, posiblemente el transporte vertical más tranquilo del mundo, como si hubiera sido fabricado en Tarifa.   Ya en la calle, el aire hervía con tensión.  Los radicales estaban repitiendo algo en unisón.  Crucé Narváez, corrí hasta Menéndez Pelayo donde numerosos curiosos observaban la revuelta, que ya vista desde cerca, parecía algo bastante más tranquila que había percibido desde arriba.  Era una protesta, desde luego, a favor del uso de las bicicletas en Madrid.  Esta ciudad, por mucho que intente decir lo contrario sigue siendo muy incompatible con este trasporte ligero.  Lo tengo que reconocer.   Desde hace varios años, cada último jueves del mes, un grupo numeroso, y con eso digo miles seguramente, toman las calles para reclamar mejores condiciones.  Se llama Bicicrítica.

             Cuando llegué a la esquina, ya no estaban parados si no se movían y parecía que, por desgracia, no iba a haber una carga por parte de la unidad de policías antidisturbios ni nada por el estilo.  Yeah, right!  ¡Qué rabia!  Pero la imagen era de todas formas interesante y sí podría apreciar la gran cantidad de personas participando, sobre todo gente joven.

            Ahora bien, os digo que estas cosas me molan mucho, por muy vanas que sean.  Me gustan porque me da tranquilidad sabiendo que hay personas que no se conforman con cualquier cosa y saben luchan por una causa.  Bicicrítica es un concepto muy interesante.  Lo mismo me apunto un día.   Lo que no me explico es cómo no siempre respetaban a los peatones.  El semáforo para cruzar se ponía en verde y apenas paraban por la gente que quería cruzar desde el Retiro y cuando lo hacían por fin algunos ponían mala cara como si les molestara tener que para los caminantes.  Y yo me dije, “Pues, tíos, tampoco es eso.  Si quieres que te respeten, primero tienes que demostrar que sabes respetar.”  Un punto y final. 

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