Mi Amigo El Español 1: El sexo

¡A que este título ha captado la atención de algunos de vosotros!  Sois peor que yo.  Me refiero al idioma y su uso del género masculino y feminino…algo que me ha atormentado desde hace años.

Y el problema es que nadie me había advertido de esto antes.  En los años 80 en mi colegio, reinaba la creencia que si querías aprender un segundo idioma sin esforzarte mucho, la solución era estudiar español.  Es más, era bien conocido entre el alumnado que este idioma era  una maría, algo que solo los más flojos deberían elegir.  Supongo que tenía algo que ver con que nos sentíamos confiados por poder ir a Taco Bell y pedir unos “burritos con salsa” sin pestañar.  Sea como fuese, el caso era que todos sabíamos la verdad.  El francés no valía porque, A) ya nadie lo hablaba; B) no queríamos hablar con nadie que lo hablara; C) en el supuesto caso de querer, no lo conseguíamos porque éramos incapaces de pronunciarlo; D) No nos servía para pedir burritos en Taco Bell.

           El alemán era simplemente demasiado difícil.  Se le comparaba con la física cuántica y en general se creía que tenías que haber nacido en Alemania para aprenderlo de verdad.  Fuera.  Con las diez palabras que pillabas de las pelis sobre la Segunda Guerra Mundial te apañabas. 

           La última opción era el latín, una reliquia de los días de los internados y colegios privados donde se gastaban no sé cuantos neurones para tener un nivel para leer historias que te daban igual .  Y por supuesto había un inconveniente principal.  Estaba muerto.  Y desde hace 1000 años.  Y aunque reconozco que hacía cierta ilusión poder decir el primer día “Ego sunt puer”, no tardamos mucho en darnos cuenta de que aquello era un horror.  Salvo el día que aprendimos que “vaina” en latin se decía “vagina”, descubrimiento que se me haquedado hasta hoy, como podéis apreciar, poco más interesaba.  Y desde luego, no ayudaba a la hora de ligar. 

                   Así que, después de la aventura con el latín y el francés, opté por el español, algo avergonzado por tener que caer tan bajo…¡Qué poco preparado estaba yo para un reality check.

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