Desde hace años el español normal y corriente era el querido de las compañías de telefonía móvil…incluso más que de un ordenador o del internet. De hecho, mientras yo me veía en el ’97 como uno de los pocos que tenían una cuenta de internet en casa, los españoles soltaban sus perras en telefonía, y sobre todo en los mensajes de texto.
El internet era otra cosa. Mis amigos chupaban de los servicios navegadores ofrecidos en las oficinas de sus trabajos ya que les salían gratis. No les puedo decir nada. Los ordenadores de entonces eran más, no, muchísimo más caros que los de hoy. Hasta la entrada del euro, comprar un PC era una cosa que hacía temblar el cuerpo. Una versión genérica, es decir sin nombre de marca, me salía por más de mi sueldo mensual…pero mucho más. Y estamos hablando del valor del dinero de hace 15 años. Ahora, por más o menos el mismo precio, podría salir de una tienda con tres o cuatro portátiles decentes de marca. Era una cosa aterradora y las máquinas eran una mierda. Pero siempre he sido bastante esclavo de la informática, aún cuando apenas la entiendo. Pero todo eso ha cambiado.
En el mundo de los móviles, debí de ser de los últimos en la peninsula en subirme al carro. Andaría allá por el 2001, es decir, casi ayer para lo que es España. Todo el mundo tenía uno. Solo me acuerdo de una persona que adquirió uno después que yo, y menos mal, porque todos necesitamos a alguien a quien podemos llamar “pringado”. Pero tampoco consolaba demasiado porque ya era hora.
Al principio me sentía orgulloso de haber resistido, de haber dado la espalda al progreso, de alardear que podía vivir sin él, pero ahora pienso que es una estupidez mía, una de las numerosas. Claro que es un aparato de utilizamos abusivamente, pero también es un servicio que ha cambiado la manera en la que hacemos las cosas. De vez en cuando los nostálgicos hablamos de la vida sin móviles y insistimos en que no pasaba. “Podíamos vivir sin ellos sin problemas.”
Qué cachondos. Como si tuviéramos más remedio. Claro que supimos vivir sin ese servicio. No existía. ¿Qué íbamos a hacer si no? Las cosas que oigo…
El caso es que compré es móvil y lo he actualizado una vez hace como cuatro años. Ahora mis amigos se ríen de mí y preguntan cuando voy a hacer algo con él. Es una especie de presión social a la que he sucumbido. También porque la batería me dura como media hora. Así que decidí ser un hombre actualizado, una persona que puede llamar a otro en un sitio público sin llamar la atención, un individuo no solo del presente, sino del futuro. Fui a Movistar (no me pagan por la publicidad) a ser iluminado en los artes de la nueva generación.