Vamos, que tal y como van las cosas últimamente, pensé que de nuevo la imagen de España iba a recibir otro palo, uno más de los muchos que llevan en la cuenta en estos meses. Mientras tanto, los bares siguen llenos. Es verdad que vi un reportaje el otro día sobre un par de restaurantes de renombre, de buen yantar, de buen cobrar, que han cerrado sus puertas por culpa de la crisis. Claro está es cuando fallan los restaurantes en España, mal va la cosa. Me ha dado pena, de verdad, pero también hay que tener en cuenta que son lugares de élite, y más que una muestra de cómo están los tiempos para todos, revela la noticia que ya no estamos para grandes lujos. Es normal que no queramos pagar 80 euros por cabeza. Seguro que no se les ha ocurrido bajar los precios durante una temporada. Eso nunca. Pues nada, a tomar por saco. Se les acabaron las ideas.
En la cumbre del G8, evento al que España se queda siempre fuera de lugar. Mi pobre España, hace pocos años ostentando ser la Octava Potencia Económica del mundo, bajo la amenaza de un rescate. Eso es…lo inimaginable.
Y lo es todavía. Por alguna razón, la prensa internacional no para de hacer llover sobre este país un mensaje de desesperación, cuando el resto del país explica que no están bien, pero tamboco. Eso sí que es desesperante.