Madrid en Crisis: 16 de agosto

La Bolsa de Madrid…el Palacio de la Bolsa de Madrid, se encuentra en el centro de la ciudad.  Creo que ya lo había comentado alguna vez.  O, por lo menos, una vez.  Era mi propósito visitarla con la esperanza de llegar más afindo con este tema de la crisis.  Lo mismo se me aclaraban las ideas.  Lo mismo no.  Como parecían que ellos mismos tampoco sabían lo que pasaban, ¿cómo iban a sacarme de toda confusión?

          Había conseguido una plaza en la visita oficial, que se realiza una vez a la semana, los jueves a las doce.  Tenían mi nombre.  Tenían mi NIE.  Tenían mi móvil.  Tenían motivos para no dejarme entrar.  Sin embargo, escapé cualquier persecución y acudí a la cita con expectativas dudosas sobre lo que iba a ver.  Total.  ¿De qué se puede hablar sobre la bolsa durante más de una hora?  ¿Se me ocurriría una pregunta inteligente?  ¿Qué hago si soy el único idiota allí?  Debía de serlo porque ni siquiera mi amigo, mi compañero en crisis estaba dispuesto a apuntarse.

      Muy a mi sorpresa, vi que no era el único idiota en solicitar semejante concesión.  De hecho, éramos casi treinta, de todo tipo, pero sobre todo, de habla española.  Las autoridades toman en serio su labor.  Había un guardia con una lista de los asistentes y teníamos que presentar nuestros DNI para poder entrar.  Una vez dentro, un señor mayor nos llevó a una esquina y empezó a contarnos cómo iba a ser la visita.  Lo primero que nos dijo era que, a pesar de que la televisión esté presente casi todos los días para narrar lo último de la crisis, en realidad no hay ninguna actividad bursátil desde hace 20 años, quizás más.  Sin embargo, el patio estaba lleno de paneles con datos y gráficos y luces verdes y rojos.

       Según.

      Hay que reconocer cuando hay que reconocer y por eso hay que reconocer que la visita estuvo francamente buena, ayudada en buena parte por la buena presentación del hombre que nos guiaba.  Y tampoco nos enseñó gran cosa, cuatro cosas con quien dice: La sala de los Pasos Perdidos, el salón de fumar, la sala de cotizaciones, la galería y por fin el parque (o lo que es el patio principal).  Eso es.  Pero nos contó detalles sobre su historia, sobre el significado de muchos detalles y lo hizo todo parecer ameno.  Incluso aludía a la crisis con una naturalidad que tranquilizaba.  Lo mismo era porque este país ha quebrado 16 veces en su historia y no ha sido succionado por un agujero negro y eructado a otra punta del universo.  Que yo sepa.  Creo que alguien se habría dado cuenta si no.  “Esa es el famoso panel de la prima de riesgo que, por cierto, va bajando hoy, qué bien.”  Vamos, podían habernos estado hablando de un tren que está llegando a su hora.

        Uno de los descubrimientos que más me llamaron la atención era un ejemplar de un libro escrito en 1688 por un español llamado José Penso de la Vega, o más bien, José de la Vega.  Este señor, según me cuentan, fue autor del primer tratado en la historia sobre la Bolsa, en este caso la primera de la historia, la de Ámsterdam.  No lo he leído, lo acabo de conocer ayer, pero dicen que es una sátira y por el título me lo creo: Confusión de Confusiones.

         Ya con eso, el señor De la Vega me cae bien.  Esa poesía de tres palabras resume el mundo bursátil y se le ocurrió a ese genio hace más de tres cientos años.  Y a la primera.  Es decir, el primeri intento de abordar aquel mundo.

        Seguro que tenía un sitio preferido para suicidarse si el momento y las circunstancias lo exigían.

        Según.

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