Madrid en Crisis: 18 de Agosto

Había sido una buena semana para la crisis a Madrid de las 13, 14, 15, o 16 quiebras que la habían azotado en otra épocas, años y tiempos.  Excepto la de la Guerra Civil, como ya sabemos, que no contaba por ser una conflagración interna.  Según.   Y mucha gente murió.  Según.  Y no se puede exigir el pago de deuda así.

     La prima de riesgo ya ha bajado por debajo de los 500 puntos por primera vez desde junio, cuando el gobierno tenía que pedir es rescate para poder rescatar a la banca.  Supongo que sabía que iba mal y que necesitaría ayuda.

      Mis cobayas tenían hambre.  Siempre es así.  Cuanto más coman más exigen.  Lloran y chirrían y protestan y les digo “Señoras, que ya habéis comido.”  Yo las llamo ‘señoras’ porque son cobayas adultas, aunque no hayan copulado nunca en su vida.  Me siento un poco culpable de eso.  Me siento un poco bastante culpable porque nunca he metido a un macho en su jaula.  Lo hago porque no quiero miles de roedores en mi casa, y porque no tengo tantas espinacas.  En ese sentido, soy un dios menor.  Un dios poco misericordioso.  Pero las llamo ‘señoras’ por edad y por respeto porque no creo que se debiera referir a ninguna mujer con una designación determinada simplemente porque he permitido que un pene entre en su vagina.  O no.  Según.  De la misma forma que supongo que María, al ser la madre de Dios, poseía más virtudes que la de impedir que ocurriese.

       En fin, mis cobayas tenían hambre.  Sabía que no iba a conseguir su comida en la tienda habitual porque la dueña estaba de vacaciones…en la costa o en la montaña…vigilando por allí.  No tuve más remedio que ir al Corte Inglés para solucionar el problema.  No soy especialmente anti-Corte Inglés; tampoco soy un incondicionado.  Pero intento evitar adquirir comida para una cobaya…pero es precisamente ese aspecto de solución el que le da la fama que tiene.  De camino a la tienda de la perdición, pasé por otras pensando en algunas maneras de inyectar liquidez en la economía pero no me sentía especialmente inspirado.  Las tiendas estaban abiertas pero vacías.  Las rebajas relativas.  Una mesa hecha de madera falsa y tambaleante estaba a 70€, antes costaba 210€, valía 20.

        Recogí mi comida, pasé por Tiger y compré una caja de bastoncillos para sacarse la cera.  Costaba un eurito.

        Por la tarde mi amigo Iván me llamó para invitarme a una fiesta en una azotea de un hotel de Madrid donde las mujeres estaban todas deliciosas, la música tortuosamente irritante y las copas costaban 15€.  Precio crisis.  No tengo edad, le digo.  No ligo porque no tengo edad.  Las miro y ven a sus putos padres.  Le digo eso.  Según.  Además a 15€, que no sería la última ni única copa…para eso no voy.  “Como tú quieras.”

        Me quedé trabajando en casa.  Justo antes de acostarme me llegó un sms, cosa rara, ya que casi nadie se comunica así.  Pone: “Puedes hacer más.  Aún no has descubierto todo.”  Firmado por un teléfono desconocido.

         Era un sms de una mujer.  Se puede detectar la voz femenina incluso en un mensaje de texto.

         Contesté.  “Creo que te has equivocado de destinatario.”

         No estaba orgulloso de mi forma de resolverlo.  Me dejé flotar a la cama.  Hacía un calor espantoso.  Los árboles estaban petrificados.  El aire paralizado.  Se podía oír las conversaciones de las personas a distancias de dos calles o más.

         Cuando no había más ruido, por supuesto.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *