Imágenes de España: La Factura

Últimamente he estado haciendo algunas traducciones para una empresa que se dedica a vender su propio software, lo llaman solución en el sector, no sé por qué, y cuentan que una empresa puede perder ahorrar hasta un 30% de su gasto mensual, y por tanto, anual en telecomunicaciones y energía.  Dicen que uno de los problemas principales tiene que ver con la falta de interés por parte de los usuarios y clientes en vigilar bien las facturas.  Es decir, se nos escapan mil detalles, como tantas veces en la vida.

     Yo cumplía con la tarea casi inconscientemente, pero su duración y la repetición de las frases empezaban a calar las noción de que a lo mejor me pasaba lo mismo a mí. ¡A mí!  Y a ti también.  Sí señor, no sería de extrañar que en algún momento nada sospechado los números que aparecen en ese papelito tienen poco que ver lo que uno espera.  Y eso que por lo menos te lo mandan por escrito.  Los cachondos de Movistar, antiguamente conocido como Telefónica, ni eso.  Y, para mí, y siempre para mí, la razón se trata de aprovechar que la gente no se fija en los detalles.  La gente no se molesta.  Muchos de nosotros no nos molestamos en comprobar las facturas, aun cuando el total es una barbaridad.  Para proporcionar un poco de perspectiva….¿acaso cuando compras leche si te cobran 1,50€ en vez de 0.90€, no dices nada?

     Una visita visual a una factura en España no hace más que confirmar nuestra repulsión ante la idea que mirar uno por uno los ítems de los gastos desglosados.  Es más, hacen estremecer.  Es una bofetada en la cara de los que preferimos pasar la vida con el lema “ignorance es bliss”.  En parte porque no sabes qué hacer.  No sabes si estás siendo estafado y te sientes jilipollas por no intentar hacer nada para remediarlo.  No sabes si, aún peor, te están estafando y resulta que es legal.  O fuera lo que fuese, en caso de descubrir la verdad, no sabes cómo empezar, a quién recurrir, y si verdaderamente merece la pena luchar por la causa.  Nadie, os digo, nadie quiere sentirse así.  Mucho menso un viernes por la tarde cuando, durante unos minutos, la vida tiene sentido.

      Claro está, si eres capaz de comprenderla en primer lugar.

     Mi factura de gas para los dos últimos meses y la de luz para este mes fue 177€.  Gasté… y

      Veamos la de gas.  Según la empresa, no he consumido nada.  Es mentira, pero solo porque no me han pillado en casa para comprobar el medidor de gas.   También podían haber puesto el famoso gasto estimado, pero ni eso.  Pone: Consumo: 0.  Traducido al euros: 0.  Factura de gas: 30,27€.

     Veamos por qué.  Me cobran 8.89€ por el término (me restan un 60% de descuento, no sé por qué), otros 2,55€ por el alquiler del contador, y 24,16€ por algo que llaman un canon, que es una cuota que hay que pagar por la instalación (esto ocurrió hace mil años) y mantenimiento de la receptora de gas instalada en la finca.

     Veamos si lo mismo pasa con la electricidad.  Además de los 77€ de consumo, hizo mucho calor este año y tenía el aire puesto a toda máquina, hay que incluir el alquiler del contador de este servicio, la cuota del término de potencia, un impuesto sobre la luz, que viene siendo uno de esas tasas ocultas, y el IVA, un 21%.  Luego un par de servicios que se suponen que tengo contratados pero que no consigo averiguar lo que hacen ni para qué sirven, además de empobrecerme.

     En realidad, no pago por el uso del gas ni del de luz.  Me sale casi regalado.  Todo lo que cuesta es ajena a mi vida, a mi entorno, a mis movimientos, giros, pasos, y lo demás.   Veamos.

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