Es el fin de semana, pero estoy respetando la crisis e intentando salir lo menos posible para poder ahorrar lo más posible, como se recomienda en estos momentos rocosos, en vez gastar lo más posible, que era la costumbre hasta hace poco. También se dice que deberíamos gastar más y así crear más beneficios para los comercios quienes, a su vez, emplearán a más personas, permitiendo que la gente viva mejor, pida mejor y, como consecuencia, gaste más…y así sucesivamente. Es así de fácil. Las teorías de la economía no tienen mucha historia.
Pero nadie lo hace porque está acojonado, y se ha ido a las playas y las montañas y a otros puntos clave del territorio español para refugiarse de los tiempos tristes.
Le pregunto a un amigo que es dueño de un bar y que tiene la terraza llena de otros vigilantes, cómo le van las cosas. Me dice, “Buah, flojillo” y pongo al lado de “flojo”.
Le digo esta vez, “Pero está la terraza llena”.
“Ya, la gente sale pero no gasta igual. La gente sale porque necesita salir. Así hacemos las cosas. Sale. Pero en vez de tres cañas, lo mismo toma dos o incluso una. Y en vez de un plato de jamón de bellota, unas bravas o unas croquetas de jamón. ¿Me entiendes? Esto se ha convertido en una Croqueta Nation.”
Claro.
“¿Y de copas?”
“Peor. Casi nada. Tinto de verano…tercios…cosas así…y si es al final del mes, menos aún. De copas casi nada.”
Claro. Las copas. Las temidas copas.
Normal. Los sitios en el centro se han olvidado de la crisis. Siguen pidiendo unos 10 euros por un combinado. El otro día éramos tres, y con dos copillas cada uno, 60 pavos. 10.000 pesetas de aquellas…me sigue gustando usar la peseta para temas de horror. ¿Quién puede pagar eso y sobrevivir la crisis? Por el precio de seis combinados, podrías viajar en el transporte público de Madrid durante más de un mes. Hace no mucho, todos se empapaban de mojitos, gimlets y otros cocktails, pero ahora lo que está de moda son esos cubos de cinco botellines por 5, 4 hasta tan solo 3 euros.
Tengo un amigo que salió anoche con su nuevo jefe y fueron a tomar copas en un puticlub. Muy interesante, me dije. Ese sector debió notar la crisis, suponía, o no. Como no me veía haciendo investigaciones en persona, su informe me serviría de maravilla.
“¿Fuiste a un puticlub con tu jefe?”
“Hombre. Estoy empezando en la empresa. Quiero dejar una buena impresión.”
“Y que lo digas. ¿Qué tal?” Le pregunté con voz picarona.
“Bah. Nada. Muy tranquilo. Ya sabes una copita y para casa. Ni fui arriba ni nada.”
“Digo que ¿qué tal el ambiente? ¿Se nota un bajón en clientela?”
“Que va. Estaba a tope, para ser agosto. Ya sabes donde va la gente cuando está desesperada con la vida. Las mujeres de compras y los hombres a los puticlubs.”
“Yo voy a Tiger y me compro algo que nunca voy a usar.” Le dije.
“Pero tú no cuentas.”
“Vale. Así que todo como siempre allí. La siguiente pregunta: ¿A cuánto salía la copa?”
“A quince.”
“Normal. Es un puticlub.”
“Sí, pero se mosquean conmigo porque no voy a más. Prefiero ir al grano con eso, porque ellas están trabajando y es su tiempo. Se vienen todas muy cariñosas, pero cuando dices que no va a haber más, ya no te hacen caso. En fin. Nada de nada. Es la ley del negocio. Tienen que hacer su parte por levantar al país.”
Habla de lo poco que le gustan esos sitios y de cómo se siente incómodo porque sabe que las mujeres no son naturales con la gente. Todas se acercan por interés económico. Escucho, observo y comento. “Hombre, no frecuento esos sitios, pero entiendo que se trata de eso.”
“Ya. Es más por mi jefe. Él piensa que en un bar normal, nadie te va a hacer caso, con sus años, por supuesto. Y si empiezas a hablar con una, te va a costar por lo menos tres copas para ver si hay alguna posibilidad. Y allí por una, tienes a una tía estupenda a tu lado, dejándote tocarle la teta.”
“¿Le tocaste la teta?”
“No hombre. Mi jefe. Solo un pechito. Es que está casado, ya sabes.”
“Claro. Entiendo.” Es creía. “Entonces, me pregunto, ¿Cómo es de natural estar charlando con una mujer y de repente para y decir, “Pues sí. Juego al pádel los sábados, si puedo, pero mañana no, porque vamos a comprar fertilizante para el jardín de la casa en Torrelodones y, oye, tengo una pregunta: ¿Te importa que te toque la teta?” Así de natural.
No señor. No me veo soltando esta frase.
En fin, por lo menos hay sectores que se mantienen el tipo. Y además es nacional. Capital puesto por españoles y pasado a manos españolas. Nacional 100%. ¡Olé!
Oro: 0
Plata: 2
Bronce: 1