Cosas Que Nunca Me Contaron de la Historia de España: Tartessos

Hace un siglo, ser arqueólogo debió de ser una carrera profesional emocionante.  Mucho más que lo que uno puede sospechar.  Incluso hoy, los nombres de algunos de esos eruditos-aventureros nos suenan bastante familiar a mucha gente.  Howard Carter, sin ir más lejos, hizo historia cuando se asomó por un hueco de la entrada de la tumba de Tutankamón y contestó a la pregunta que si veía algo.  “Sí.  Veo cosas maravillosas.”  Y tan maravillosas.  Solo la totalidad de una tumba egipcia real perfectamente intacta; la máxima expresión del esplendor de una de las civilizaciones más fascinantes que jamás hubo.  Ni más, ni menos.  Cosas maravillosas.  ¡Qué discretos son esos ingleses!

 

Algo parecido pasaría al alemán Heinrich Schliemann cuando anunció al mundo que había encontrado a la mítica ciudad perecida y desaparecido, Troya, urbe lanzado a la memoria eterna gracias a la Ilíada de Homero y a las películas de Brad Pitt.  Se dice que Schlieman, como muchas celebridades en el mundo, sabía promocionarse, pero hay reconocer que supo buscar un lugar al que todo el mundo le sonaba y, mira por donde, supo encontrarlo.  No se puede decir que en ocasiones utilizó los modos más delicados a la hora de excavar, la dinamita, pero está claro que la disciplina de la arqueología estaba todavía en pañales entonces y haría falta esperar unos años para irle puliendo.  Aun así, el tipo lo logró y su fama, que dura hasta hoy, no se la quita nadie.

 

Posiblemente algo parecido tenía en mente su compatriota, Adolf Schulten, cuando se empeñó en mostrar al mundo que realmente existió una ciudad podrida de oro, plata y joyas llamada Tartessos.  Dejó los explosivos en el sótano y llevó sus palas rumbo a unas tierras que, según mis conocimientos sobre el mediterráneo de esa época, no tendría que existir casi nada: Cádiz.  ¡Qué ignorante era yo de chaval!

 

Schulten, que ya había ganado fama en España por descubrir Numancia, buscó y buscó, pero dio con nada.  Así que siguió buscando.  Se dice que llegó a obsesionarse, como es lógico, pero no encontró su añorada ciudad.  No lo ha hecho nadie…de momento.

 

Como os podéis imaginar, fue mi compañero de piso Pepe quien me habló de Tartessos por primera vez.  Hasta tenía el libro de Schluten en nuestro piso, con sus fotos en blanco y negro.  Mientras me lo contaba, le salá la vena que les sale a algunos españoles cuando quieren presumir de un pasado más glorioso que jamás nadie pudiera imaginar.  En parte porque era un producto de su imaginación.

 

“Dicen que era la ciudad más rica y más importante del mundo conocido.  Ni Roma ni Grecia en conjunto pudieran competir.  Pero nadie lo sabe, joder.”

 

“En eso te doy la razón.”

 

Toda la razón.  En España, a casi todo el mundo le suena el nombre de Tartessos, pero fuera del país, podría ser una salsa para tus patatas fritas.  Eso se debe a varios factores, si queréis saber mi opinión. Por una parte, no se puede decir que el mítico reino cuente con unas referencias históricas irrefutables.  Lo que queda de los escritos de los tiempos de antigüedad son todos posteriores y no especialmente precisos.   Hacen referencias ambiguas y ponen nombres diferentes como Tarsis, Tarshish, Tartessos o TRSS, y lo ubican más allá de los Pilares de Hércules (el Estrecho de Gibraltar). Si las comparas con los casi 16.000 versos que forman la épica de Homero, no hay color, vamos.

 

Luego los resultados de las investigaciones y excavaciones han son concluyentes.  Una casa aquí, y puñado de objetos de oro allí, un poblado allá.  Algunos parecen encajar mejores que otras.  Pero falta mucho.  Es como si tuviéramos 50 piezas de un puzle de 1000 e intentáramos reconstruir una historia.   Casi imposible.  Por eso ha habido tantas teorías sobre esta legendaria ciudad. Una ha llegado a postular, con poco éxito naturalmente, que se trataba del mítico continente perdido de Atlantis.  Chorradas.

 

Cuanto más investigo menos descubro, como suele pasar con estas cosas.  Últimamente los expertos tienden a recurrir al cómodo “seguramente no existió nunca.”  Hay que ver.

 

Lo que sí se puede afirmar es que algo había.  Algo más que una tribu que construía casas circulares.  Parece ser que había una pequeña civilización que se dedicaba a trabajar con metales y no se les daba mal.  Cuando los fenicios llegaron en búsqueda de comercio, que es lo que les ponñia, el intercambio de bienes se complementaba con un intercambio de ideas y tecnología.

 

Pronto se descubrió que la zona estaba repleta de recursos que interesaban a los pueblos en el otro lado del mar.  Se cree que la región experimentó un rápido crecimiento en riqueza que duraría varios siglos y que dicha bonanza económica fue espectacular.  Las calles estaban hechas de oro y los retretes de plata y cosas por el estilo.  Tenían tanto que no se sabía ni qué hacer con tanta fortuna.  Sé cómo es.

 

De repente, pluf.  Todo desapareció, lo cual invitaba a algunos a aventurarse y afirmar que en realidad se trataba de Atlantis.  Nada que ver.  Tampoco hay indicios de un terremoto, ni maremoto, ni moto de ningún tipo por ninguna parte.   Se piensa, como es lógico, que el factor más determinante fue que los fenicios, es decir sus clientes, fueron en buena parte aniquilados por los persas.  Eso nunca es bueno.

 

Desde luego sería mala suerte.  Es posible que fuera el primero de estos altibajos económicos que tanto han azotado a España a lo largo de los siglos, hasta hoy en día, incluso. Mucha caña, mucho boquerón y mucha alegría. pero ya sabemos…cuando llegan los persas…a joderse. ¡Vaya legado!

 

 

Oktoberfest Baby

Justo el otro día, más o menos al principio del mes, recibí dos emails, curiosamente el mismo día: Uno anunciaba que octubre iba a ser el mes de 30 días + 1 sin alcohol, y el otro me invitaba a participar en el Oktoberfest ese fin de semana.  Opté por ampliar de mis horizontes cultura alemana en vez de jurar de abstinencia por una causa desconocida llamada “¿por qué?”.  No me lo había planteado, ni motivo tenía, así que me fui a la parroquia alemana católica allá por Avenida de Burgos, para la “fiesta de la cerveza” como la llaman los españoles vulgarmente.  En Madrid hay dos iglesias regidas por alemanes, algo que sabe muy pocos madrileños, y casi menos alemanes.  Bastante atención me llamó con que hubiera una.  Pues eso, una para satisfacer la fe de cada uno: protestante y católica.  Las dos montan dos celebraciones reseñables en el calendario: La Oktoberfest y El Mercadillo de Navidad, que coincide con el comienzo del Adviento.

     La Oktoberfest la organiza la parroquia católica, de alguna manera me parece lógico, aunque no sé muy bien por qué.  Ha ido creciendo en popularidad a lo largo de los años.  A mí me gusta decir con tono adolescente que la conocía ya hace bastante, cuando casi nadie venía menos los alemanes más férreos y los bebedores más fieles a las tradiciones mundiales.

     Sorprendemente, Madrid, a pesar de su respeto hacia todo aquel que sea de origen alemán, quizás salvo el nazismo, el español de la calle no la ha acogido con las mismas ganas de recibieron a las fiestas de San Patricio promulgada por los irlandeses, otros grandes amantes de la juerga.  Eso fue tremendo, y ocurrió en una cuestión de unos pocos años.  Recuerdo que estaba en La Ardosa el 17 de marzo, 1991, y perfectamente que era un domingo, y estaba tomando un par de pintas con un inglés, que es un poco como invitar a un vegetariano a cenar en un asador, y no había casi nadie.  Tres años más tarde, estaba la sala de baile del Círculo de Bellas Artes petada de gente el mismo día, hasta tal punto que el suelo retumbaba.  Los irlandeses fueron listos.  Utilizaron una especie de estrategia troyana para invadir el país y hacerse con él.  Primero abrieron centenares de bares acogedores sabiendo que a los españoles les va la fiesta, y luego introdujeron sus costumbres.  Cuando llegaban las fechas claves, la gente estaba enloquecida.

      Los alemanes no han logrado el mismo éxito; o bien porque omitieron adoptar la misma táctica, o bien porque no se les ocurrió.  El caso es que años después, el festorro por excelencia germano apenas reverbera en esta ciudad.  Casi mejor.  Así se puede disfrutar del ambiente sin tanto alboroto, supongo.  Así se puede sentar en una mesa larga rodeado de gente desconocida pero conocida en causa, una buena salchicha asada y una sabrosa cerveza de trigo turbia.  ¿A quién se le ocurre elegir a octubre como un mes sin alcohol?

Imágenes de España: La Caña

Esta, amigos míos, es una caña, la unidad básica de consumo de cerveza en España. ¿A que tiene buena pinta, verdad? Que no os engañe la foto, como bien sabéis, constituye poco más que un sorbo, pero también sabemos que es el tamaño estándar de este país…con perdón y sin mala idea. A partir de ahí, se puede aumentar la cantidad a una caña doble, una jarra, una copa, una pinta, etc.  Pero, si lo que buscas es un traguito de birra fresquita, ésta es tu solución. Puedes disfrutar de una láger sin caer bajos los efectos del alcohol…a no ser que bebas diez, por supuesto.

     La caña se ha convertido en un tema de conversación últimamente porque cada vez son más los bares que las ofertan a precios de escándalo…en general a 1 euro. Hace poco vi un sitio que las servían a 0,60 €.  Eso es, 60 céntimos.  No os miento.  Y con una tapita incluida.

     Naturalmente, esto es una manera inteligente de conservar la clientela en estos tiempos de crisis.   Es su manera de decir, “No tienes mucho dinero porque estás en el paro,”  así que ven a mi garito a beber por casi nada.

     Mucha gente me ha comentado sobre estos chollos. Dicen que no es normal que los precios se hayan bajado tanto. Pero creo que es mi deber recordarles que no deberíamos sentirnos tan contentos. Después de todo, lo único que hacen es cobrarnos ahora lo que deberían cobrar por una caña. Lo que no era normal era pagar 1,50€ por una y recibir poco más que un par de patatas fritas de tapa…y sin una sonrisa.

     Dejad que os recuerde: los precios han subido un 82% desde la entrada del euro en tan solo diez años.  Diez años macho.  Y nuestros salarios…más o menos un 16%.

     Una caña, es decir, la caña clásica, constituye unos 150 ml de cerveza, y menos si te la ponen con mucha espuma. Lo sé porque lo he medido con mi vaso para medir cosas que tengo en la cocina. Es bueno saber que lo saco algún provecho. Y eso que estamos hablando de cerveza de barril, que es más barato.   Hace cinco años decíamos que sí a todo, como unas frescas cerveceras, y creíamos que los buenos tiempos no se acabarían nunca.   Toleramos lo intolerable.

     La caña es una imagen de España. Es una imagen de su vida social. Es una imagen de lo que España ha vivido en estos años. Lo mismo se puede decir de varios sectores. No es que los precios se hayan caído para salvar la economía.   Son más bajos porque han vuelto a los niveles donde tendrían que estar en primer lugar…de acuerdo con nuestro auténtico poder adquisitivo y no con el de Alemania. Así que, bebed, y mucho, y aprovecha de la crisis mientras dure.

La Alegre Levedad de Estar en Crisis: Post Mortem 1

Hablar de Greenwich está muy bien, pero vivo en España y tengo que regresar más a menudo ya que está pasando tantas cosas.  Además algunos de mis lectores están empezando a preocuparse por el país, pensando que está a punto de doblegarse y ser tragado por las entrañas de la mismísima Tierra, o por el Euro, o por Merkel.   Vaya putada sería eso.  Residir en la superficie toda tu vida para ser enterrado antes de tu entierro.    Gracias a Dios, estamos todos aquí.    Todos menos el autor de las crónicas sobre la Crisis enMadriden agosto.  No sabemos nada de él desde los últimos días de ese mes.    Aún estoy intentando encontrar las últimas entregas, si es que fueron escritos.

         El país necesita un subidón de moral desde que la Unión Europea, o el Banco de la Unión Europea, o alguien más al norte con un huevo de dinero, no sé quien coño es, estaba prometiendo hacer las cosas mejor para nosotros…mucho mejor.   Eso es lo que dicen por lo menos.  Esto se traduce en dos posible desenlaces:

  1. Varias semanas más de diversión y ocio en las terrazas sin ninguna preocupación en el mundo.
  2. Todas esas personas que tienen un montón de dinero y que lo pueden gastar en la bolsa se han forrado en las últimas semanas porque el IBEX ha subido como mil millones de puntos desde que nos hemos enterado de que alguien va a salvar nuestro país, que a su vez salva a los bancos, que a su vez pasa de salvar a los clientes.

Y aparte de eso, la vida sigue…creo.  Estaba hablando con un amigo el otro día y nos pusimos a hablar de la crisis porque es más o menos lo que hace la gente hoy en día.

       Hablé de mi amigo el autor que había descrito con mucho detalle todo lo que había ocurrido y que luego desapareció de repente y inexplicablemente, “según,” como decía él.  Y cómo las cosas iban a estar bien al final y cómo la crisis no estaba tan mal.  Les dije todo esto porque me habían preguntado por cómo los americanos veían la situación en España, y les dije que creían que estábamos al borde de un colapso económico y social y que, por nuestra culpa, estábamos puteando la recuperación económica en su país.   Por fin, pensé, hablan de nuestro país.  Pero eso fue solo su opinión desde lejos y que cuando llegaban aquí, veían que las cosas no iban tan mal.    Nada mal en absoluto.

         “¿Que no van mal?” Me preguntaron incrédulos.  “Van fatal. Van de puta pena.  No es que España esté a punto de un colapso, porque ya se ha colapsado.  Varias veces.”

         “Trece según el autor,” especifiqué.

         “Pero mira los bares.    Y mirad las terrazas.  Están hasta arriba.”

        “Ya pero nadie está consumiendo.”

       “El alcohol.”

       “Pero eso no es todo.  Antes la gente podía permitirse el lujo de salir a cenar fuera todas noches.  Y ahora casi nunca se hace.”

        No puedo creérmelo.  Justo lo que decía el autor.  Esas mismas palabras.  Antes la gente desembolsaba 30, 40, 50, 60, y hasta 70 euros en cada salida.  Y los restaurantes cobraban un 81% más de lo que se debieran.    No es que se pudiera permitir el lujo.  Pero se hacía y es por eso que no tiene un puto duro.

        “Y qué me dices de Irlanda, joder?

        “¿Qué pasa con Irlanda?”

       “Pues que tenía una pinta horrible antesdelrescate.  Madrid no se parece en nada a eso.”

       “Eso es porque Irlanda siempre ha tenido esa pinta.  Es una economía de mierda y disfrutó de un par de años buenos y se volvió loca.  Pero era un espejismo.  Y ahora van tan mal como siempre.  Incluso peor.  Ya podrían emigrar de nuevo.”

       Desde luego me parecía una mujer bien informada en la historia.  Y mejor preparada para informarnos de lo bien informada que estaba.

       Ella prosiguió.  “La gente en España sale todas las noches porque siempre ha salido mucho, aun cuando no teníamos más de dos patatas y una cebolla en nuestras dispensas.    No tiene nada que ver con la crisis.  La crisis existe y se está poniendo cada vez peor.    No creáis que porque Madrid tenga buena pinta que estésana, porque no lo está.  La gente lo está pasando mal por todas partes del país.    Y lo peor está por llegar.”

       “Pero en Irlanda…” insistí.

       “Que les den a Irlanda.”  Irlanda no es España y nunca lo será.

       Vale…vale…vale…que les den a Irlanda.

Madrid en Crisis: 16 de agosto

La Bolsa de Madrid…el Palacio de la Bolsa de Madrid, se encuentra en el centro de la ciudad.  Creo que ya lo había comentado alguna vez.  O, por lo menos, una vez.  Era mi propósito visitarla con la esperanza de llegar más afindo con este tema de la crisis.  Lo mismo se me aclaraban las ideas.  Lo mismo no.  Como parecían que ellos mismos tampoco sabían lo que pasaban, ¿cómo iban a sacarme de toda confusión?

          Había conseguido una plaza en la visita oficial, que se realiza una vez a la semana, los jueves a las doce.  Tenían mi nombre.  Tenían mi NIE.  Tenían mi móvil.  Tenían motivos para no dejarme entrar.  Sin embargo, escapé cualquier persecución y acudí a la cita con expectativas dudosas sobre lo que iba a ver.  Total.  ¿De qué se puede hablar sobre la bolsa durante más de una hora?  ¿Se me ocurriría una pregunta inteligente?  ¿Qué hago si soy el único idiota allí?  Debía de serlo porque ni siquiera mi amigo, mi compañero en crisis estaba dispuesto a apuntarse.

      Muy a mi sorpresa, vi que no era el único idiota en solicitar semejante concesión.  De hecho, éramos casi treinta, de todo tipo, pero sobre todo, de habla española.  Las autoridades toman en serio su labor.  Había un guardia con una lista de los asistentes y teníamos que presentar nuestros DNI para poder entrar.  Una vez dentro, un señor mayor nos llevó a una esquina y empezó a contarnos cómo iba a ser la visita.  Lo primero que nos dijo era que, a pesar de que la televisión esté presente casi todos los días para narrar lo último de la crisis, en realidad no hay ninguna actividad bursátil desde hace 20 años, quizás más.  Sin embargo, el patio estaba lleno de paneles con datos y gráficos y luces verdes y rojos.

       Según.

      Hay que reconocer cuando hay que reconocer y por eso hay que reconocer que la visita estuvo francamente buena, ayudada en buena parte por la buena presentación del hombre que nos guiaba.  Y tampoco nos enseñó gran cosa, cuatro cosas con quien dice: La sala de los Pasos Perdidos, el salón de fumar, la sala de cotizaciones, la galería y por fin el parque (o lo que es el patio principal).  Eso es.  Pero nos contó detalles sobre su historia, sobre el significado de muchos detalles y lo hizo todo parecer ameno.  Incluso aludía a la crisis con una naturalidad que tranquilizaba.  Lo mismo era porque este país ha quebrado 16 veces en su historia y no ha sido succionado por un agujero negro y eructado a otra punta del universo.  Que yo sepa.  Creo que alguien se habría dado cuenta si no.  “Esa es el famoso panel de la prima de riesgo que, por cierto, va bajando hoy, qué bien.”  Vamos, podían habernos estado hablando de un tren que está llegando a su hora.

        Uno de los descubrimientos que más me llamaron la atención era un ejemplar de un libro escrito en 1688 por un español llamado José Penso de la Vega, o más bien, José de la Vega.  Este señor, según me cuentan, fue autor del primer tratado en la historia sobre la Bolsa, en este caso la primera de la historia, la de Ámsterdam.  No lo he leído, lo acabo de conocer ayer, pero dicen que es una sátira y por el título me lo creo: Confusión de Confusiones.

         Ya con eso, el señor De la Vega me cae bien.  Esa poesía de tres palabras resume el mundo bursátil y se le ocurrió a ese genio hace más de tres cientos años.  Y a la primera.  Es decir, el primeri intento de abordar aquel mundo.

        Seguro que tenía un sitio preferido para suicidarse si el momento y las circunstancias lo exigían.

        Según.

Madrid en Crisis: 5 de Agosto

Es el fin de semana, pero estoy respetando la crisis e intentando salir lo menos posible para poder ahorrar lo más posible, como se recomienda en estos momentos rocosos, en vez gastar lo más posible, que era la costumbre hasta hace poco.  También se dice que deberíamos gastar más y así crear más beneficios para los comercios quienes, a su vez, emplearán a más personas, permitiendo que la gente viva mejor, pida mejor y, como consecuencia, gaste más…y así sucesivamente.  Es así de fácil.  Las teorías de la economía no tienen mucha historia.

            Pero nadie lo hace porque está acojonado, y se ha ido a las playas y las montañas y a otros puntos clave del territorio español para refugiarse de los tiempos tristes.

            Le pregunto a un amigo que es dueño de un bar y que tiene la terraza llena de otros vigilantes, cómo le van las cosas.   Me dice, “Buah, flojillo” y pongo al lado de “flojo”.

            Le digo esta vez, “Pero está la terraza llena”.

            “Ya, la gente sale pero no gasta igual.  La gente sale porque necesita salir. Así hacemos las cosas.  Sale.  Pero en vez de tres cañas, lo mismo toma dos o incluso una.  Y en vez de un plato de jamón de bellota, unas bravas o unas croquetas de jamón.  ¿Me entiendes?  Esto se ha convertido en una Croqueta Nation.”

            Claro.

            “¿Y de copas?”

            “Peor.  Casi nada.  Tinto de verano…tercios…cosas así…y si es al final del mes, menos aún.  De copas casi nada.”

            Claro.  Las copas.  Las temidas copas.

            Normal.  Los sitios en el centro se han olvidado de la crisis.  Siguen pidiendo unos 10 euros por un combinado.  El otro día éramos tres, y con dos copillas cada uno, 60 pavos.  10.000 pesetas de aquellas…me sigue gustando usar la peseta para temas de horror.  ¿Quién puede pagar eso y sobrevivir la crisis?  Por el precio de seis combinados, podrías viajar en el transporte público de Madrid durante más de un mes.  Hace no mucho, todos se empapaban de mojitos, gimlets y otros cocktails, pero ahora lo que está de moda son esos cubos de cinco botellines por 5, 4 hasta tan solo 3 euros.

            Tengo un amigo que salió anoche con su nuevo jefe y fueron a tomar copas en un puticlub.   Muy interesante, me dije.  Ese sector debió notar la crisis, suponía, o no.  Como no me veía haciendo investigaciones en persona, su informe me serviría de maravilla.

            “¿Fuiste a un puticlub con tu jefe?”

            “Hombre.  Estoy empezando en la empresa.  Quiero dejar una buena impresión.”

            “Y que lo digas.  ¿Qué tal?” Le pregunté con voz picarona.

            “Bah.  Nada.  Muy tranquilo.  Ya sabes una copita y para casa.  Ni fui arriba ni nada.”

            “Digo que ¿qué tal el ambiente?  ¿Se nota un bajón en clientela?”

            “Que va.  Estaba a tope, para ser agosto.  Ya sabes donde va la gente cuando está desesperada con la vida.  Las mujeres de compras y los hombres a los puticlubs.”

            “Yo voy a Tiger y me compro algo que nunca voy a usar.”  Le dije.

            “Pero tú no cuentas.”

“Vale.  Así que todo como siempre allí.  La siguiente pregunta: ¿A cuánto salía la copa?”

            “A quince.”

            “Normal.  Es un puticlub.”

           “Sí, pero se mosquean conmigo porque no voy a más.  Prefiero ir al grano con eso, porque ellas están trabajando y es su tiempo.  Se vienen todas muy cariñosas, pero cuando dices que no va a haber más, ya no te hacen caso.  En fin.  Nada de nada.  Es la ley del negocio.   Tienen que hacer su parte por levantar al país.”

       Habla de lo poco que le gustan esos sitios y de cómo se siente incómodo porque sabe que las mujeres no son naturales con la gente.  Todas se acercan por interés económico.  Escucho, observo y comento.  “Hombre, no frecuento esos sitios, pero entiendo que se trata de eso.”

       “Ya.  Es más por mi jefe.  Él piensa que en un bar normal, nadie te va a hacer caso, con sus años, por supuesto.  Y si empiezas a hablar con una, te va a costar por lo menos tres copas para ver si hay alguna posibilidad.  Y allí por una, tienes a una tía estupenda a tu lado, dejándote tocarle la teta.”

        “¿Le tocaste la teta?”

         “No hombre.   Mi jefe.  Solo un pechito.  Es que está casado, ya sabes.”

        “Claro.  Entiendo.” Es creía.  “Entonces, me pregunto, ¿Cómo es de natural estar charlando con una mujer y de repente para y decir,  “Pues sí.  Juego al pádel los sábados, si puedo, pero mañana no, porque vamos a comprar fertilizante para el jardín de la casa en Torrelodones y, oye, tengo una pregunta:  ¿Te importa que te toque la teta?”  Así de natural.

         No señor.  No me veo soltando esta frase.

        En fin, por lo menos hay sectores que se mantienen el tipo.  Y además es nacional.  Capital puesto por españoles y pasado a manos españolas.  Nacional 100%.  ¡Olé!

        Oro: 0

        Plata: 2

        Bronce: 1

Madrid en Crisis: 4 de agosto

4 de Agosto

Está claro que nadie quiere estar en una ciudad en crisis así que todos huyen de ella y se van de vacaciones.  De no ser por mi puesto como vigilante de la capital, habría hecho lo mismo.  Entre mis numerosas responsabilidades está la de preguntar a los otros vigilantes de vez en cuando cómo les van las cosas.  Luego saco mi libreta y apunto sus respuestas.  Al principio escribía sus contestaciones completas, pero pronto me di cuenta de que todos decían lo mismo, por tanto decidí crear un cuadro con respuestas y ponía un tic al lado de elección apropiada.  Aquí están:

     □       Normal

     □       Bueno…tirando

     □       Regular, amigo

     □       Jodido

Y a los vigilantes que también poseen tiendas y bares, hay otra lista:

     □       Regular

     □       Flojo

     □       Fatal

     □       De puta pena

        A veces cambio el estilo y les pido que me den una valoración de 1 al 5, 5 siendo la mejor, es decir, muy mal y 1, siendo la peor, acojonado.  Lo que apenas se oye es un tibio “bien” siquiera; y un “genial” no os cuento.  Es una palabra casi en desuso.

        El dueño de la terraza que me responde generalmente tiene a sus espaldas el local lleno y me pregunto cómo le irían las cosas en momentos de bonanza.  Pero algo debe de haber.  Algo.  La crisis es omnipresente y sin embargo se oculta tan bien que es difícil detectarla de primeras.  No conozco personalmente a una persona en una situación límite, sin embargo, como toda buena leyenda urbana, conozco a muchos que sí conocen a gente que va fatal.  Hay mucha gente sufriendo por ahí, me dicen.  Mucha.  Y me lo creo.  Pero este sufrimiento debe de ser cómo un cáncer, en el sentido de que nadie quiere hablar de él, como si fuera una humillación.  La gente no muere de cáncer.  Decimos que estaba enferma o simplemente muy mal durante mucho tiempo.  El desempleo se ve como algo sucio que quita la dignidad de una persona.   Los medios se limitan a hablar de números, que siempre es más fácil.

        Para inspirarme un poco y sentirme aliviado, fui a la tienda Tiger para comprar tres detalles para la casa.  Tiger es la tienda de moda porque es barata y tiene productos con más estilo que en un chino, por ejemplo.  Es danés, y ese toque nórdico le permite triunfar.  Estas tiendas son mis mayores debilidades.  No me llevo todo porque me da vergüenza y porque no tengo coche.  Entro con la firma convicción de salir con algo…sea o no necesaria.  Para que te hagas una idea, ni me acuerdo bien lo que compré algo final.  A ver.

        Me iba a llevar un kit de primeros auxilios, buena pinta, pero tenía casi todo lo que ofrecía en casa ya, así nada.  Pero sí compré unas tiritas.  Me llevé una cestita para los calcetines de una de mis hijas, un marco para un pequeño cuadro que compré en Nueva York…no queda mal, y un bote de jabón líquido en forma de un limón.  Visualmente ayuda a que todo huela bien.  Y todo por unos 8 euros.

            Las mujeres siempre dicen que las compras sirven de terapia y estoy de acuerdo.  Durante unos minutos me he sentido cómo si todo nos fuera a ir bien.

            Hemos vuelto a ganar una medalla.  Otra vez Mireia Belmonte, que ya tiene en su haber el 67% de las medallas de España de esta Olimpiada.

            Oro: 0

            Plata: 2

            Bronce: 1

Hace sol.  Hace calor, pero con un máximo sensiblemente menor.  33º.

Más diversión con las etiquetas

Sé cocinar creedme.  Lo empecé por necesidad y lo perfeccioné por necedad.  Pero también sé hacer trampas para acortar y atajar aquí y allá porque, vamos, soy un tipo moderno con una vida moderna y no tengo tiempo para pasar el día dedicándome a la cocina con un buen libro en la mano, por mucho que me gustaría.  En cosas como un buen caldo, hace falta horas si no días o semanas para conseguir la textura y complejidad necesarias para realmanete aportar algo a un plato.  Por eso, a costa de la calidad, prefiero que unos tipos desinteresados me lo preparen en una nave industrial para que lo pueda echar a unos legumbres y darles un sabor sugerente.  Elegí la versión de Gallina Blanca, porque era más barato por supuesto, y porque pagar 4€ por un tetrabrik de caldo artesanal (es decir, hecho en una nave industrialito) por alguien quizás algo menos desinteresado pero no mucho, os lo aseguro.

    En fin, allí estaba vertiendo los contenidos en la olla con las ventanas cerradas para que la señora de arriba no puede saber mi secreto, y remuevo enseguida.  No me gusta estudiar demasiado lo que pone en el empaquetado porque suelo descubrir cosas decepcionantes, como que mi 100% natural zumo de naranja tiene un añadido de azúcar, lo cual no me explico del todo la parte del 100%.  Pero bueno, a lo que iba, esta vez eché un vistazo y me fijé en lo más llamativo que era que el caldo ya contaba con una receta mejorada…lo cual deduzco que anteriormente no era el mejor ya, como dicen todos los productos.  Es más, quería saber exactamente donde fallaba antes.  Nadie reconoce eso.  Lo pinta de otra manera, pero no lo dice de claro…eso no.  ¿Sabría igual de artificial como a mí me gustaba, o lo intentarían joder con un sabor natural a nada?  Lo voy a dejar fuera con la tapa quitada y voy a abrir la ventana a ver si un poco de contaminación curada, polución envejecida lo pueda dar el toque final.  Mañana estará mucho mejor.

Un Día en el Campo 1

Javier me recogió hoy a las 9.30 para ir al campo.  Me había propuesto acompañarle a varios sitios en Cuenca y Toledo, donde se dedicaba a numerosos asuntos suyos.  Yo tenía un montón de cosas urgentes que hacer hoy, pero la oportunidad de ir al campo siempre hace que las cosas necesarias de la vida sean prescindibles, durante un rato por lo menos. 

        Me recogió en mi casa con el gran coche 4×4 (no me preguntéis por la marca porque sabéis que se me da fatal eso.  Solo sé que era más o menos del tamaño de un rinoceronte).  Me subí y salimos.

        “¿Qué tal anoche?  ¿Saliste por ahí?”

        “Bueno.  Sí.  Y más que me esperaba.  La cosa se lió, ya sabes.”   Tenia apenas cinco horas de sueño encima, pero con un ibrofeno y un poco de cetirizina para las alergias, creo que iba a poder con el día.  No era precisamente un cocktail letal.   El mundo había cambiado mucho desde los días de Hunter Thompson. 

        “¿Qué?  ¿Ligaste o algo por el estilo?

        “Sí hombre.  Como si no tuviera otra cosa que hacer.  Estos días, si ligo es sin querer.  Anoche iba de camino a casa cuando una niña me dijo que le gustaban mis gafas y que si se las podía probar.”

        “No jodas.”

        “Como lo oyes. Y eso que estaba bebida y era de noche. Luego se enteró de que era profesor y quería que le diera clase de inglés porque.”

          “No jodas.  ¿Y estaba buena?”

         “Estaba bien rica.  Es profesora y le di mi correo.  Dijo que me escribiría hoy.”

        “No jodas.”  Casi tuvo que aparcar el coche para respirar más tranquilamente.  “¿Por qué estas cosas no me pasan a mí?   ¿Y le vas a dar clase?”

        “Claro que no.  Como si tuviera tiempo para eso.”

        “Pero le has dado tu correo.”

        “En primer lugar no me va a escribir, ni de churro.  Se va a levantar esta mañana, y va a ver mi correo, si es que se acuerda de quien era, y se va a acojonarse.   Te lo digo yo.  Además, como te dije, no quiero dar clase.”

        “Eres impresionante.  Acabarás siendo mi héroe.”

        “Bueno, eso sería un gran error por ti parte.  ¿Qué tenemos en la agenda para hoy?”

        Javier me contó que íbamos primero a comprar unos filetes en Tarrancón y luego a la bodega de su tío, luego a su casa de pueblo en Fuente del Pedro Naharro y de allí a sus viñas en Toledo para comer y realizar unas tareas campestres.  Todo me sonaba fenomenal.  Yo, con tal de comer un buen filete en el campo, soy capaz de hacer cualquier cosa.  Me pierde.  Ni encuentros nocturnos con profesoras desconocidas ni historias…

        …a ver cómo se desarrollaría el día.      

Dos Años Más

No sé qué pensáis vosotros, pero a mí me gusta llegar a casa los viernes y durante unas horas por lo menos olvidarme del trabajo.  Me gusta sentarme en el sofá estirar las piernas y disfrutar de las horas y días de descanso que me corresponde por ley.  Lo que no me gusta es enterarme de que tengo que dedicar dos años más de mi vida cotizando para que me dejen jubilarme.  Otro día a lo mejor sí.  Pero un viernes, vamos, no hay derecho, ya te digo. 

           Llego a casa el viernes a las cinco.  Echo la tarde con Clara viendo un poco de tele y jugando al Party, y luego entro al internet y veo que el gobierno y los sindicatos han llegado a un acuerdo sobre la subida de la edad de jubilación desde los 65 hasta los 67 años.  Prefiero la manera en la que lo expresa en la prensa: retrasan la edad mínima.  Suena más doloroso todavía.

           No es que me afecte particularmente en el sentido porque pienso seguir trabajando hasta los 85, pero sí molesta que me obliguen.   Pero si hay que hacelo, qué remedio.  Esto es como una moda en Europa.  Todos se están apuntando a la corriente.  Ya lo hicieron en Francia y mira qué bien lo han recibido.  Casi queman el país entero.  ¡Vaya imágen que daba Europa en esos días!   ¿Trabajar más? ¿Qué dices?

            España ha respondido con más dignidad.  Solo los nacionalistas han convocado una huelga.  ¡Menudo fracaso!  Últimamente las huelgas no surten el efecto que se espera, a no ser que seas un controlador áereo y sales de la torre a las seis de la tarde sin avisar.  El resto del país lo ha comentado entres los cafés y churros del café de la mañana sin mayor importancia.  Para mí, siempre que no quiten la hora del café y churros, estamos todavía a salvo.