Pues ayer vino el inspector de gas natural para inspeccionar, naturalmente, como tenía las instalaciones. Ya había avisado abajo que venía en un cartel pegado al lado de ascensor, pero como nunca me fijo en esas cosas, pues nada, no me di cuenta hasta hace dos días cuando vi un papelito medio enrollado y metido entre el pomo de la puerta y la misma puerta. “Primer aviso” ponía con seriedad. “Tiene hasta el viernes…llámeme” añadió. Yo, que disponía de solo unos 30 minutos, me dije que llamaría por la tarde para quedar en otro momento y dejé el papelito en la mesa para cosas que no tienen un destino claro. Por la tarde volví a casa vi en el ascensor un aviso advirtiendo que aún faltaba por inspeccionar los siguientes pisos, entre los cuales estaba el mío, que teníamos hasta el viernes para solucionarlo y que, de no colaborar, conllevaba un parte de denuncia, que no sé muy bien lo que significaba, pero sonaba a llevar pena de cárcel y bastante mala reputación tengo para encima encontrarme entre rejas por no dejar que miren mis tubos.
Llegué a la mi planta y vi otro papelito enrollado entre el pomo y la puerta. Había vuelto mientras trabajaba. “Segundo aviso” ponía, y me habló del plazo y me invitó a comunicarme con la persona telefónicamente. El “llámeme” me chocó un poco, hay que decirlo, pero bueno, a lo mejor era el sistema habitual. Dejé la segunda notificación sobre la mesa para cosas que no tienen un destino claro y me prometí solucionarlo cuanto antes porque solo llevo un mes en esta casa y no quiero parecer como una persona que no controla su gas.
Así que conseguí comunicarme con él y vino a mediodía a ver cómo tenía todo instalado. Era un chaval bastante joven con esa chispa que tienen los madrileños que me encanta. Esa naturalidad que, cuando se hace bien, saben perfectamente combinar con la profesionalidad. Hizo todo en 10 minutos. Parece que solo está conforme, salvo un tubo de goma que junta conecta la línea de suministro hasta mi cocina que caducó hace 5 años. “Dios. ¿Es serio?”
“Hombre, y tanto que lo es. Pero lo puede comprar en cualquier ferretería y instalar usted. Hágalo cuanto antes. Tiene hasta seis meses.”
“¿Seis meses es cuanto antes?”
“Sí señor.” Recogió sus cosas y me explicó cómo tenía que llevar a cabo la gestión y cómo tenía que informar a la compañía. “Y ya está. Pues nada. Perdone la molestia.”
“No hay de qué.” Dije. “Que le sea leve la tarde.”
“Gracias hombre…porque llevo unos díaaaas que no veas. Hasta luego.”
Te entiendo perfectamente, macho.